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EL MECHON JUSTICIERO

Boluarte en Ayacucho

Publicado: 2024-01-21
Las viudas y familiares respondieron a las provocaciones de Dina Boluarte en Ayacucho.
EL MECHON JUSTICIERO

Hace muchos años, cuando el sistema judicial solo era para el uso de los señoritos en las ciudades y en los pueblos lejanos habían fallado todas las: peticiones, reparaciones, explicaciones, disculpas, solicitadas por la agraviada, en este caso porque alguna casquivana se metió con el marido o novio equivocado, llegaba el turno del mechón justiciero.

En el pueblo, sabían en el famoso secreto a voces, que eran los tiempos de la justicia por mano propia de la damnificada; el desencuentro no lo haría en alguna casucha o calle oculta, lo debía hacer públicamente, en la fiesta patronal o cívica más importante, en la plaza principal y en el momento de mayor concurrencia; era la única forma de reparar el honor perdido o engañado, que reclamaba y fomentaba la familia y las amigas.

Cada año había una o dos mechadas, por extraña coincidencia o simpatía, siempre ganaba la agraviada, era la historia del día y su tiempo; los amores más secretos o mejores ocultos eran destapados esos días; la doña que funge de autoridad, conoce la tradición y la costumbre por historia y trayectoria, en su pueblo de origen y en otras en las que vivió, es poco probable que sea la primera vez que la mecharon con conocimiento de causa.

La agraviada, había perdido al esposo, padre de sus hijos en las matanzas de Ayacucho; reclamó justicia a todas las instancias y le cerraron las puertas, siguieron terruqueando a los muertos; en el colmo de la injusticia un general, resolvió liberar de todo proceso penal y administrativo, a todo el personal de oficiales y tropas, responsables y causantes directos e indirectos de las masacres.

La mechada, no es como acusa la despistada Ministra de la Mujer, -que por cierto no conoce a los pueblos y menos a las mujeres andinas- una acción planificada en laboratorios subversivos y resentidos; el clima de los muertos sin reparación y la monumental soberbia provocadora, de una victimaria visitando campos de sangre sonriendo, tenía instalada la trama y el clima para la acción humana.

Y llegó el mechón justiciero, producto de la rabia y dolor acumulado de una viuda agraviada, ante la ausencia de la justicia nacional y regional, observando el disfrute morboso de la agresora, que lanzaba dulces como migajas burlonas a la pobreza, rodeada por el coro siniestro de felpudos del poder secuestrado al país.

Segundos que pasarán a la historia, porque fue otra mano de otra mujer justiciera que culmino la faena, jalando los mechones a la tremebunda, mientras la agraviada le reclamaba cara a cara su responsabilidad criminal.


Escrito por

JUAN JESÚS MANYA SALAS

Qosqo Runa de nacimiento, quechua y universal de prospecto.


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